martes, 3 de mayo de 2011

ALBERT EINSTEIN



ALBERT EINSTEIN

La conexión de Einstein con la política de la bomba nuclear es bien conocida: firmó
la famosa carta al presidente Franklin Roosevelt que impulsó a los Estados Unidos a
plantearse en serio la cuestión, y tomó parte en los esfuerzos de la posguerra para
impedir la guerra nuclear. Pero éstas no fueron las únicas acciones de un científico
arrastrado al mundo de la política. La vida de Einstein estuvo de hecho, utilizando
sus propias palabras, «dividida entre la política y las ecuaciones».

La primera actividad política de Einstein tuvo lugar durante la primera guerra
mundial, cuando era profesor en Berlín. Asqueado por lo que entendía como un
despilfarro de vidas humanas, se sumó a las manifestaciones antibélicas. Su
defensa de la desobediencia civil y su aliento público para que la gente rechazase el
servicio militar obligatorio no le granjearon las simpatías de sus colegas. Luego,
después de la guerra, dirigió sus esfuerzos hacia la reconciliación y la mejora de las
relaciones internacionales. Esto tampoco le hizo popular, y pronto sus actitudes
políticas le hicieron difícil el poder visitar los Estados Unidos, incluso para dar
conferencias.

La segunda gran causa de Einstein fue el sionismo. Aunque era de ascendencia
judía, Einstein rechazó la idea bíblica de Dios. Sin embargo, al advertir cómo crecía
el antisemitismo, tanto antes como durante la primera guerra mundial, se identificó
gradualmente con la comunidad judía, y, más tarde, se hizo abierto partidario del
sionismo. Una vez más la impopularidad no le impidió hablar de sus ideas. Sus
teorías fueron atacadas; se fundó incluso una organización anti-Einstein. Un hombre
fue condenado por incitar a otros a asesinar a Einstein (y multado sólo con seis
dólares). Pero Einstein era flemático: cuando se publicó un libro titulado 100 autores
en contra de Einstein, él replicó, «¡Si yo estuviese equivocado, uno solo habría sido
suficiente!».

En 1933, Hitler llegó al poder. Einstein estaba en América, y declaró que no
regresaría a Alemania. Luego, mientras la milicia nazi invadía su casa y confiscaba
su cuenta bancaria, un periódico de Berlín desplegó en titulares, «Buenas noticias de
Einstein: no vuelve». Ante la amenaza nazi, Einstein renunció al pacifismo, y,
finalmente, temiendo que los científicos alemanes construyesen una bomba nuclear,
propuso que los Estados Unidos fabricasen la suya. Pero, incluso antes de que
estallara la primera bomba atómica advertía públicamente sobre los peligros de la
guerra nuclear y proponía el control internacional de las armas atómicas.
Durante toda su vida, los esfuerzos de Einstein por la paz probablemente no lograron
nada duradero, y, ciertamente, le hicieron ganar pocos amigos. Su elocuente apoyo

a la causa sionista, sin embargo, fue debidamente reconocido en 1952, cuando le
fue ofrecida la presidencia de Israel. Él rehusó, diciendo que creía que era
demasiado ingenuo para la política. Pero tal vez su verdadera razón era diferente:
utilizando de nuevo sus palabras, «las ecuaciones son más importantes para mí,
porque la política es para el presente, pero una ecuación es algo para la eternidad».

Historia del Tiempo: Del Big Bang a los Agujeros Negros Stephen Hawking

* * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario