ISAAC NEWTON
Isaac Newton no era un hombre afable. Sus relaciones con otros académicos fueron
escandalosas, pasando la mayor parte de sus últimos tiempos enredado en
acaloradas disputas. Después de la publicación de los Principia Mathematica
(seguramente el libro más influyente jamás escrito en el campo de la física), Newton
había ascendido rápidamente en importancia pública. Fue nombrado presidente de
la Royal Society, y se convirtió en el primer científico de todos los tiempos que fue
armado caballero.
Newton entró pronto en pugna con el astrónomo real, John Flamsteed, quien antes le
había proporcionado muchos de los datos necesarios para los Principia, pero que
ahora estaba ocultando información que Newton quería. Newton no aceptaría un no
por respuesta; él mismo se había nombrado para la junta directiva del Observatorio
Real, y trató entonces de forzar la publicación inmediata de los datos. Finalmente, se
las arregló para que el trabajo de Flamsteed cayese en las manos de su enemigo
mortal, Edmond Halley, y fuese preparado para su publicación. Pero Flamsteed llevó
el caso a los tribunales y, en el último momento, consiguió una orden judicial
impidiendo la distribución del trabajo robado. Newton se encolerizó, y buscó su
venganza eliminando sistemáticamente todas las referencias a Flamsteed en
posteriores ediciones de los Principia.
Mantuvo una disputa más seria con el filósofo alemán Gottfried Leibniz. Ambos,
Leibniz y Newton, habían desarrollado independientemente el uno del otro una rama
de las matemáticas llamada cálculo, que está en la base de la mayor parte de la
física moderna. Aunque sabemos ahora que Newton descubrió el cálculo años antes
que Leibniz, publicó su trabajo mucho después. Sobrevino un gran escándalo sobre
quién había sido el primero, con científicos que defendían vigorosamente a cada uno
de los contendientes. Hay que señalar, no obstante, que la mayoría de los artículos
que aparecieron en defensa de Newton estaban escritos originalmente por su propia
mano, ¡y publicados bajo el nombre de amigos! Cuando el escándalo creció, Leibniz
cometió el error de recurrir a la Royal Society para resolver la disputa. Newton, como
presidente, nombró un comité «imparcial» para que investigase, ¡casualmente
compuesto en su totalidad por amigos suyos! Pero eso no fue todo: Newton escribió
entonces él mismo los informes del comité e hizo que la Royal Society los publicara,
acusando oficialmente a Leibniz de plagio. No satisfecho todavía, escribió además
un análisis anónimo del informe en la propia revista de la Royal Society. Después de
la muerte de Leibniz, se cuenta que Newton declaró que había sentido gran
satisfacción «rompiendo el corazón de Leibniz».
En la época de estas dos disputas, Newton había abandonado ya Cambridge y la
vida universitaria. Había participado activamente en la política anticatólico en dicha
ciudad, y posteriormente en el Parlamento, y fue recompensado finalmente con el
lucrativo puesto de director de la Real Casa de la Moneda. Allí pudo desplegar su
carácter taimado y corrosivo de una manera socialmente más aceptable, dirigiendo
con éxito una importante campaña contra la falsificación de moneda que llevó incluso
a varios hombres a la horca.
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